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Parte I, Acto II, Escena VI
Lady Percy y Hotspur.
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LADY PERCY:
Dueño mío, ¿por qué tan solitario?
¿Qué ofensa cometí, que ha dos semanas
Que no comparto el lecho de mi Enrique?
Dime, querido dueño, ¿qué motivo
Te quita el apetito, la alegría
Y el sueño inapreciable? ¿Por qué causa
Fijos tienes los ojos en el suelo,
Y cuando solo estás, tan a menudo,
Sobresaltado, de tu asiento saltas?
¿Por qué tu rostro pierde su frescura,
Y de mi amor entregas los tesoros
Á. ceñudas ideas, mis derechos
Á una melancolía que maldigo?
Guardando yo tus sueños transitorios
Te oí reseñas de empeñadas luchas
Murmurar entre dientes, que gritabas
Al animar a tu corcel brioso,
Que «¡valor!», «¡adelante!» repetías,
Que hablabas de trincheras y de tiendas,
Parapetos, salidas, retiradas,
Palizadas, fortines y cañones,
Culebrinas y obuses. de rescates
De prisioneros. de soldados muertos
Y de todo lo anejo a fiera lucha.
De tal modo tu espíritu ha bregado,
De tal modo en tus sueños te agitaste,
Que gotas de sudor sobre tu frente
Corrían semejando á las burbujas
De arroyo ha poco tiempo removido.
Extrañas expresiones en tu rostro
Se han ostentado, tales cual ocurren
Cuando queda el aliento retenido
Al recibo de orden perentoria.
¿Esto qué significa? Grande empresa
Entre manos tener debe mi dueño,
Y yo lo he de saber o no me amas.